La pequeña localidad rionegrina de Dina Huapi, vecina a Bariloche, ya tiene su micro bodega de vinos propia. El emprendimiento es de Alejandro Reybaud y familia y los vinos hacen homenaje a Don Alberto Reybaud, su padre, reconocido cocinero y chef local fallecido en 1992.
Alejandro elabora vinos hace 15 años, siempre en forma casera y para tomar con los amigos. Es su gran pasión. Trabaja como analista de sistemas y en las elaboraciones participaron muchos amigos, como Martín Freixa y José Crnak. Para su casamiento, en el 2004, solo se tomó vino elaborado por él mismo. Fue un gran éxito, a todos les encantó.
“Elaborar vinos siempre fue una pasión y ahora busca ser un emprendimiento gourmet, donde solo aspiro lograr un producto de alta gama” explicó entusiasmado. La flamante bodeguita no pretende ser un negocio pero si un emprendimiento sustentable y que sus vinos sean reconocidos como de excelencia. También probaron plantar vides por esta zona, pero el resultado es muy inferior a lo que se logra en el Alto Valle.
En el 2014 decide armar una micro bodega y habilitarla en forma comercial. Ello implicó un montón de trámites y obviamente una importante inversión. Compró en Mendoza una planta llave en mano y la instaló en su domicilio de Dina Huapi, en un local diseñado a tal efecto. Luce impecable, casi un quirófano.
También mandó a diseñar las etiquetas, compró las botellas, los corchos de alcornoque de Portugal, las capsulas a una empresa española radicada en Mendoza, las cajas de cartón y se inscribió como monotributista. Las instalaciones fueron habilitadas por el municipio y los vinos por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) que depende del ministerio de Agroindustria.
En el verano del 2015 elaboró sus primeros tintos con los equipos nuevos. Eligió la cepa Pinot Noir, una de las más representativas de la Patagonia, proveniente de una finca de Ingeniero Huergo. “Allí compro las uvas desde hace más de 10 años, conozco los viñedos y puedo elegir las partidas”, explicó. Compra mil kilos, que llegan en 50 canastos la noche siguiente a la cosecha.
“Al día siguiente comienzo con el despalillado y continúo paso a paso con el proceso, que realizo en forma personal”, explicó. La vinificación tarda entre 17 y 45 días y luego el vino se embotella o pasa a la barrica de robles francés, que también compró, sin uso.
De ese año hay dos vinos Pinot Noir, uno con 4 meses de barrica y el restante con 10 meses de barrica. Son vinos ligeros, de buen sabor, que denotan las principales características de la cepa y pueden tomarse con la mayoría de las comidas. Entre ambos hay muy poca diferencia, solo mayor añejamiento en roble.
En el 2016 elaboró un Pinot Noir con Merlot y busco un vino con más cuerpo y alcohol. No pasó por madera. El resultado fue muy satisfactorio. El vino es mucho más robusto, tiene buen sabor a fruta y 15.2 grados de alcohol.
Este verano elaboró dos vinos. Un tinto y un blanco, que saldrán al mercado después del invierno. “Si todo va bien, con los 1000 kilos de uvas lleno 750 botellas”, explicó Reybaud. Hará dos vinos por verano, tal vez tres en un futuro. Cabe recordar que el INV autoriza a elaborar como máximo 4.000 litros anuales a un establecimiento “casero”.
“En estos años aprendí mucho de vinos y sobre todo conocí proveedores, es decir, dónde y cómo comprar insumos y equipos. Hay de todo, pero es necesario saber qué es lo que uno demanda y donde comprarlo”, señaló.
Los vinos Alberto Reybaud son los primeros de la región del Nahuel Huapi. Vale la pena probarlos. En breve seguramente se venderán en la vinoteca de Maximiliano Di Bella, “Tiempos de Vendimia”, sobre la ruta que cruza la aldea, hacia el sur. Por ahora, pueden llamar al 0294-154-413522, tienen un valor de 200 pesos por botella.