Para aprender a leer la etiqueta de un vino.

0

Cuando no se conoce mucho de vinos, es bueno tener en cuenta algunas apreciaciones que describen las bodegas para orientarnos. Ello no significa que no podamos apreciar sus cualidades si no leemos la contraetiqueta, pero a la hora de buscar características particulares conviene saber interpretar algunos términos.

De que hablan las bodegas cuando dicen que el vino que vamos a tomar es “redondo” o tiene “bouquet”. Hay muchas expresiones, veamos las más usuales:

El “brillo”, se tiene en cuenta, sobre todo, en los vinos blancos o espumantes. Cuanto más brillante se ve el vino, más limpio está, esto significa que no tiene sedimentos.

Las “lágrimas o piernas”, es un descriptor que nos habla sobre los rastros que deja el vino en el cuerpo de la copa después de hacerlo girar por ella. Al poner la copa recta se podrá ver si fluyen rápida o lentamente, dándonos información visual del grado de alcohol.

Por su parte, se dice que un vino tiene “cuerpo” cuando tiene fuerza y peso en boca, es decir que dura en el paladar, conteniendo un buen porcentaje de alcohol.

La “amabilidad” de esta bebida es la primera sensación que se percibe cuando el vino que se introduce en la boca es de una estructura que no impacta de golpe y que es menos alcohólica.

Cuando escuchamos la palabra “redondo”, de la boca de un especialista, quiere decir que los 4 principales sabores (salado, dulce, amargo y ácido) se encuentran medianamente balanceados o parejos.

“Persistencia”, no nos habla de nuestra resistencia al alcohol. Esto tiene que ver con el tiempo que dura lo que sentimos del vino en nuestra boca. La persistencia va de media, baja a alta, dependiendo de lo que tarde en irse la sensación en nuestra boca.

La “elegancia” también puede describirse en una etiqueta, cuando, además de estar equilibrado, da notas delicadas en nariz y boca.

Cuando nos hablan de “crianza”, refieren al paso del tiempo en una barrica o tonel y en botella. Este paso del tiempo le da un mínimo aporte de oxigeno y también le otorga aromas provenientes de la madera.

Otro descriptor alternativo es la “amplitud”. El vino puede ser amplio tanto en aromas como en sabores, generando varias sensaciones al mismo tiempo. No tiene que ver con la tolerancia.

D.O.C.: Denominación de Origen Controlado. Varias veces vimos esta sigla pensando que se trataría de algún doctorado, pero no, es la región o una zona geográfica determinada y limitada donde se encuentran las cepas que dan origen a ese vino, con la intención de proteger las características del producto de esa región.

Un ejemplo usual se encuentra en el champan. Solo puede llamarse así en la Champaña, región determinada de Francia, donde se elaboran originariamente. Los demás espumosos del país se llaman cremant, mientras que en España por ejemplo le llaman cava en todo el país, en Italia se los llama spumante, en Alemania el nombre es sekt, en Estados Unidos sparkling wines y en Argentina “espumantes”. Siendo la misma bebida, cada país debió buscar un nombre, respetando de esta forma su verdadero orígen.

“Joven”: esta expresión está últimamente muy de moda. Se denominan jóvenes a los vinos que ya salen de la bodega listos para ser tomados y que no soportan un tiempo de guarda.

“Aterciopelado”: si bien suena a letra de bolero, se trata de la sensación que deja un vino cuando, por el transcurso del tiempo, pierde algo de su aspereza original al suavizarse sus taninos, dando una sensación más suave en boca.

“Bouquet”: sólo pueden tenerlo los vinos con crianza, ya que es el aroma que se genera con el paso del tiempo. Un vino con bouquet ofrece aromas como el tabaco y cuero, por ejemplo.

Así mismo, las contraetiquetas pueden especificarnos la procedencia de las uvas, propias o a granel (cuando se compra la materia prima a otras bodegas), comentarios del enólogo, algunos pasos importantes del proceso de elaboración, temperatura de servicio, azucares residuales, terroir (características del suelo y el clima).

Como muchas sustancias, el vino tiene un nivel de pH, lo cual determina su acidez. El nivel de pH va aumentando a lo largo del ciclo de maduración de la uva, y a medida que aumenta este nivel, la acidez disminuye. Este nivel sirve para saber cuál es el momento justo para la vendimia.

Pero aclaremos de qué se trata esta sigla: Se mide en una escala del 0 al 14, siendo 7 el punto neutral. Las sustancias con un pH menor a 7 son consideradas ácidas y las de pH mayor a 7 serán básicas (o alcalinas).

En las uvas el pH final puede situarse entre 2,9 y 4. Los vinos blancos tienen un nivel de pH entre 3,1 y 3,4, mientras que en los vinos tintos está entre el 3,3 y el 3,6. Como el pH es mayor en los vinos tintos, podemos determinar que son menos ácidos que los blancos.

Finalmente, el “azúcar residual”. En los espumantes, se encuentra expresado en gramos por litro, dando un sabor más o menos dulce. Nature (sin azúcar), Brut Nature (menos de 3 grs. de azúcar por litro), Extra Brut (menos de 6 grs. de azúcar por litro), Brut (menos de 15 grs. de azúcar por litro), Demise (33-50 grs. de azúcar por litro) o Dulce (más de 50 grs. de azúcar por litro).

Ahora sí, a leer las etiquetas!

Compartir