Luego de dos años de aguda crisis, originados en la erupción del volcán Puyehue, el año 2013 volvió a ser normal y la mayoría de los restaurantes trabajaron bien. De esta manera, después de numerosas visitas y consultas, Visión Gourmet eligió por tercer año consecutivo los tres lugares más destacados.
Elegir los mejores restaurantes de la margen sureña del Nahuel Huapi no es por cierto una tarea fácil. Implica una selección primaria y entre los finalistas se impone una visita reiterada. Para ello, Visión Gourmet cuenta con varios asesores y colaboradores, que siempre consumen en forma anónima y pagando la cuenta, quienes gustosamente “se sacrifican” para analizar junto a nosotros cuales resultaron los mejores sitios para disfrutar de la buena mesa.
Estamos convencidos que los tres restaurantes seleccionados cumplen con todos los requisitos que priorizamos en la evaluación: buena gastronomía, atención personalizada, óptima relación precio-producto, ambiente agradable, variada oferta en vinos y facilidad de estacionamiento vehicular.
Este año, a diferencia de las dos ediciones anteriores, no elegimos restaurantes de neto estilo gourmet. Elegimos un lugar especializado en carnes, un restaurante de hotel y un restaurante-confitería, que cumplen con los preceptos enunciados y donde la comida luce y sabe muy bien. Tres lugares de Bariloche en donde no dudamos usted la puede pasar muy bien.
Alto El Fuego
Pese a que el emprendimiento no llega a dos años desde su apertura, Matías Bollinger logró posicionar su parrilla como uno de los mejores lugares donde comer buenas carnes en Bariloche. Los cortes vacunos, cerdo, cordero y truchas pasan por la parrilla y luego llegan a la mesa acompañados por ensaladas o papas fritas.
La propuesta, si bien simple, logró combinar los secretos para ser perfecta. Pues, en la cocina, lo simple es generalmente lo más complejo. Matías tuvo dos excelentes maestros parrilleros, Alberto y Rudy, y denota su impronta.
Remodeló una vieja casa en el bosque de 20 de Febrero 451, que luce en tonos cálidos e intentan recordar los viejos hogares de campo, una estufa a leña frente al salón, parrilla a la vista y un subsuelo destinado a conservar los vinos como en una cava.
El entorno es mágico: un parque y bosque en pleno centro de la ciudad. Junta a la parrilla Matías asa las bondiola, cordero, matambrito de cerdo, ojo de bife, entraña, riñoncitos y truchas, para acompañar con ensaladas y otras guarniciones. La sección de postres alista bombón suizo, almendrado, flan casero, vigilante y cassata. Simple, pero perfecto.
Hay unos 30 cubiertos y en la planta baja, junto a la cava, un salón VIP para 9 personas. Hay muy buenos vinos de bodegas boutique y vasos tulipa, un detalle único en la ciudad.
Batistín
Los restaurantes de hotel nunca lograron convocar a la totalidad de los numerosos residentes que salen periódicamente a comer afuera. No obstante, en varios de ellos se come de manera excelente y a muy buen precio. Tal es el caso de Batistín, el restaurante de Villa Huinid, cuya cocina está a cargo del chef Max Galván.
Al lugar se accede desde Pioneros o Bustillo y siempre hay lugar para el estacionamiento vehicular. El salón tiene capacidad para 46 comensales, se emplaza en el primer piso y tiene una terraza con vista al lago. Decorado en forma sencilla y prolija denota calidad y la señoría habitual de los restaurantes de grandes hoteles. Max Galván sorprende con sus elaboraciones, las cuales combinan los sabores de la Patagonia con otros que destacan su vasta experiencia: exquisitas, pictóricas y abundantes, “a la manera del chef”.
La cocina es patagónica y mediterránea. Se pueden solicitar langostinos crocantes, quiche de peras, roquefort y cebolla, lomo de ciervo con chutney de rosa mosqueta, trucha Limay con reducción de cítricos y langostinos, entre otros platos de la carta. Buena selección de vinos argentinos de las zonas productoras más importantes. La carta es corta, moderna y completa y la relación precio calidad, excelente.
Holly
Situado en un lugar privilegiado, con fantástica vista hacia el lago y la cordillera, el lugar combina los servicios de cafetería y buena gastronomía. Abrir un restaurante en este lugar fue idea de Julio Caregnatto (creador de Willkenny, Kostelo y Blac Rock) quien lo bautizó “Trentis”.
En el 2012 Sergio González y Analía Aldana reconstruyeron el local y también su cocina, que estaría a cargo del escocés Archie Mc Lellan, rebautizándolo como Holly Resto Bar. Junto al Nahuel Huapi resultó una opción que exitosamente volvió a dar vida a la desolada costanera céntrica, abriendo sus puertas para desayunos a partir de las 09:00.
Su estilo y novedosa decoración llamaron rápidamente la atención, convirtiéndose en un lugar acogedor que al poco tiempo el público posicionó entre los más recomendados.
La carta para almuerzos y cenas presenta variedad de pizzas a la piedra, pastas caseras, carnes a la parrilla, lomito relleno de jamón y mozzarella, risotto de hongos patagónicos o de jamón crudo, ribs de cerdo con salsa barbacoa, pescados, ensaladas y platos al wok, entre otros, para disfrutar en su planta baja, en el deck vidriado, en el primer piso o al aire libre si el tiempo lo amerita.
Un detalle no menor, en Holly el atardecer constituye uno de los mejores momentos, ideal para acompañar con tragos, aperitivos o cerveza tirada.
En el amplio playón del puerto es habitualmente fácil encontrar estacionamiento y el lugar tiene el suyo propio, pegado al inmueble.