Como centro turístico, Bariloche cuenta con múltiples lugares gastronómicos, para todos los gustos y presupuestos. Aun así hay que destacar entre la diversificada oferta que algunos suman varias décadas de existencia, lo cual los hace diferentes.
La gastronomía en la ciudad tiene su historia y parte de ella se refleja en aquellos locales que han nacido con un objetivo definido y aun lo mantienen. Sin duda podrían darnos un panorama completo de los avances y retrocesos de la gastronomía en la ciudad, bajo anécdotas que se alistan en la experiencia y el crecimiento cultural.
Desde sus inicios, algunos de los restaurantes más antiguos se mantienen bajo la administración de sus propietarios. Tal es el caso de la Jirafa, perteneciente a la familia Marín, llegados a Bariloche a comienzos de los años ´60. En aquel entonces Félix Marín y su mujer María Ester trabajaban en una fábrica propia de tejidos, época en que el trabajo artesanal conservaba su valor incuestionable. Con el correr de los años ese valor se fue apaciguando, haciendo necesario una entrada extra de dinero. Fue así que, a finales de la década compraron un lote sobre la calle Palacios y se decidieron a construir un restaurante, en un contexto que descartaba por completo algún signo de amenaza competitiva.
Actualmente el emprendimiento continúa en funcionamiento, ligado activamente a la vida comercial del sector céntrico en el que se encuentra. El inmueble tuvo varias remodelaciones, adaptándose a las diferentes modas y estilos decorativos que se ponían en boga, pero nunca dejaron de elaborarse los platos regionales y las minutas que caracterizan al establecimiento. La construcción tiene dos plantas, revestidas con troncos de ciprés, con capacidad para 100 comensales.
Los platos de la carta resaltan las minutas y especialidades regionales como las tablas de ahumados, variadas elaboraciones con trucha y salmón, lomitos, cordero y pastas frescas, entre las que se recomiendan los panzottis, sorrentinos, ñoquis y ravioles.
Vicente, hijo de Felix y Maria Ester, es quien se encarga de la administración del local, la elaboración de los menúes, las compras y el manejo del personal, después de haber permanecido en la cocina durante 25 años.
Carolina Montenegro y Belén Curbal, actuales cocineras, siguen los pasos de Vicente entre ollas y sartenes, tomando en conjunto las decisiones que hacen a la variedad de propuestas.
La segunda planta se dispone para reuniones, cumpleaños, shows en vivo y agasajos. Desde 1997, Vicente se reúne a cenar una vez por semana con su grupo de amigos pescadores, pertenecientes al “Fly Fishing Group”, tertulias en las que organizan salidas pesqueras durante las temporadas, hablar de equipos e insumos que hacen al deporte.
En sus comienzos, La Jirafa fue la perla popular del barrio. Actualmente, frente al gran bagaje de ofertas que presenta Bariloche, continúa destacándose por su desafiante trayectoria de trabajo ininterrumpido.
Después de cuatro décadas, el restaurante se mantiene en pie como marca registrada, brindando buen servicio no solo a residentes sino también siendo parte de importantes paquetes de viajes turísticos.
Una de las anécdotas de Vicente alude al nombre del emprendimiento. Comentó que en los años ´70 estaba de moda ponerle nombres de animales a los restaurantes. De allí, que se recuerde a El Jabalí, El Ciervo Rojo, El Chancho Negro, El Chancho Rengo y La Vizcacha, la cual también continua en funcionamiento como otro de los clásicos de la gastronomía local.
Los precios del restaurante son razonables y en cuanto a promociones y descuentos no se hacen diferencias entre turistas y locales.
En septiembre del 2009 la familia inauguró, sobre la calle Gallardo, la rotisería La Jirafa Express, con una carta especial que incluye platos del día, empanadas, pizzas, sándwiches, tartas y otros. La propuesta se caracteriza por evadir las frituras, promocionando la cocina sana a partir de las minutas.
Así mismo, La Jirafa cuenta con una variada carta de vinos, con etiquetas de las bodegas Navarro Correas, Finca Gabriel, Norton, Nieto Senetiner y Finca El Portillo, entre otras. Entre las cervezas artesanales se destaca la Prosit, en sus variedades rubia, roja y negra.
Durante esta temporada invernal, La Jirafa se mantendrá abierta de 12:00 a 24:00 hs, con promociones y descuentos que suman al festejo por sus 40 años de trayectoria.