La lluvia no impidió el inicio del 2do Festival de la Cosecha del Lúpulo, “El lúpulo al palo”, que durante tres jornadas tiene lugar en El Bolsón. Participan más de 200 productores cerveceros de Argentina y países vecinos, siendo el análisis de los diferentes lúpulos el tema central de la reunión. Después del consumo de cerveza, obviamente…
La cervecería Blest fue la primera en armar sus stands y abasteció con buena birra la primera jornada. Además de sus productos ofrecieron la cerveza oficial del festival, una Ambar Ale, bien lupulada (con variedades Bullion, Victoria y Cascade, típicas de El Bolsón), con una receta de Emilio Ghirardi, cocinada en la planta de Blest.
En una gran carpa de circo se emplazaron los 14 stands con diversidad de implementos y equipos cerveceros, etiquetas, indumentaria gastronómica, insumos y la asociación Somos Cerveceros. En el interior de la muestra tuvo lugar el taller de análisis de lúpulos, a cargo de los ingenieros agrónomos Hernán Testa y Alfredo Rosati, que resultó por demás instructivo.
Sobre cuatro grandes mesas se colocaron plantas de cuatro variedades de lúpulos y cada asistente recibió una hoja donde anotar las 12 características aromáticas tradicionales de cada uno. También, en caso de conocerlo, la variedad de lúpulo de cada planta. Al atardecer fueron servidas pizzas que acompañaron la degustación de la cerveza oficial y también comenzaron a llegar otros stands cerveceros al predio, ubicado en Mallín Ahogado, en dependencias de la empresa Lúpulo de la Patagonia.
El viernes fue destinado a las conferencias y disertaciones. En todos los casos el eje principal fue el lúpulo, matizado con otras temáticas. Arrancó Leo Ferrari, de Antares, quién, al igual que muchos, tuvo que esperar una hora el inicio de su exposición. Resumió la historia del lúpulo en Argentina y también se refirió a la plantación experimental que tiene en Mar del Plata, que por ahora no supera la etapa de prueba. Leo dejó en claro que lograr un buen lúpulo cervecero no es una tarea sencilla. También explicó su visión sobre lo que es la cerveza artesanal e industrial, ya que su planta es lejos la mayor de Argentina. Detallo por qué siente que su producción continua siendo artesanal y pidió “quedarse en esta carpa, con los cerveceros artesanales”. “En el mundo solo hay dos grupos de cerveceros, yo me siento parte de este”, agregó.
Emilio Ghirardi, de La Cruz, nacido en El Bolsón y cuyo abuelo tuvo una chacra en el Camino de Los Nogales, brindo una ilustrativa charla sobre la composición de aceites y resinas en los lúpulos, técnicas de lupulado y la utilización de blend de lúpulos. Comparó las variedades Cascade, Bullión y Victoria y dijo preferir generalmente esta última. También reveló la receta de la cerveza oficial del festival, que es de su autoría.
Luego expusieron los invitados de Brasil, Uruguay, Chile y Perú. Felipe Araujo de Paula, de la cervecería Zapata, explicó que en Brasil todo el lúpulo es importado. Ya hay más de 400 microcervecerías que elaboran desde 5 mil a 300 mil litros mensuales y muchas forman parte de la asociación nacional, que sique los pasos de la Somos Cerveceros argentina, líder en Sudamérica. Pronosticó que en dos años se superarían los 1.000 emprendimientos. También hizo referencias a las “cervecerías ciganas”, que elaboran marcas propias en instalaciones de terceros. Son cervezas muy poderosas, que destinan grandes inversiones al marketing, ya que no deben invertir en tecnología, pues solo alquilan instalaciones durante el período de elaboración.
Con su acostumbrado buen humor, Guido Arezo y Rodrigo Ríos, de Cabezas Beer, se refirieron al uso del lúpulo en las cervecerías uruguayas. Realizaron ilustrativas comparaciones con lo sucedido en Estados Unidos, cuya evolución es similar en la mayoría de los países “sudacas”. Destacaron el crecimiento que logró la birra lupulada en Uruguay. “Nosotros reemplazamos la Pilsen por la APA y vendimos con esta última en dos meses lo que tardábamos con la tradicional en un año”, ejemplificaron.
Por su parte Mario Calderón, ingeniero agrónomo de Chile, repasó la historia lupulera en su país. Recordó el auge que tuvo la cerveza a principios del siglo XIX y la debacle de 1930, cuando solo quedó la cervecería CCU. La mayoría de los campos con lúpulo fueron reconvertidos. No obstante, se mostró confiado que en la actualidad, con la proliferación de cervezas artesanales, el cultivo del lúpulo volverá a ser una actividad rentable.
Perú tampoco produce lúpulo por lo cual Ignacio Schwalb y Juan Diego Básquez, de Barbarian, la mayor cervecería peruana, detallaron la historia de su empresa y el uso de lúpulos importados. También señalaron que a semejanza de lo que sucede en Brasil, los impuestos sobre la birra superan el 40 por ciento del valor de venta.
El cierre de las exposiciones estuvo a cargo de Diego Libking, investigador barilochense especializado en levaduras, quien brindo una clase magistral sobre la interacción del lúpulo y la levadura en la elaboración de cerveza. Una exposición muy instructiva, ideal para los cerveceros expertos.
Durante la jornada los organizadores demostraron haber corregido los desajustas gastronómicos de la primera edición. El almuerzo y cena estuvieron a cargo de un equipo profesional y numeroso, y los choripanes y empanadas, abundantes y sabrosos. En la periferia de la carpa había una docena de stand con variedad de birras, para todos los gustos. Las cervecerías barilochenses Blest, La Cruz, Konna y Wesley presentaron sus nuevas casillas rodantes, todas muy bien diseñadas. También asistieron Berlina, Antares, Gilbert, Lagos de Villa La Angostura, La Maroma y Awka de El Bolsón, entre otras.
Pese a la lluvia y baja temperatura el programa nocturno no varió. Se encendió el fogón, tocaron las bandas musicales y numerosos asistentes bailaron desaforadamente bajo el diluvio, demostrando que con abundante cerveza todo es posible. Los presentes aseguraron que la fiesta duró hasta las 2:30, cuando los últimos se retiraron a dormir. Y algunos pocos, durmieron debajo del escenario…