Hace dos años Lisandro Bulleri, Ariel Falciglia y Rubén Parra acordaron empezar a cocinar su propia cerveza. Planificaron un emprendimiento comercial, incluso crearon una sociedad anónima y tienen su principal cliente asegurado: el restaurante Girula, que hace una década Lisandro administra sobre la calle San Martín.
Alquilaron un galpón en al barrio Ñireco y lo remodelaron en planta cervecera. Construyeron la cámara frigorífica, la sala de malta, depósitos y encargaron a Luis Ortiz las ollas y fermentadores. Todo se hizo según las reglas vigentes . Hace un año cocinan cerveza que bautizaron Chekia.
El nombre es un homenaje a sus antepasados italianos. Lisandro explicó que cuando en Italia comenzaron a cocinar cerveza traían los lúpulos desde los campos de Checoslovaquia, ya que esta planta no crece en Italia. Para abreviar el nombre los tanos decían que traían el lúpulo de “Chekia”.
Cocinan los estilos Kölsch, Scotish Ale, IPA, Porter y Helles, esta última una variedad poco común en la zona, con fermentación Lager, una birra de color muy claro, liviana y refrescante, oriunda de Baviera. Solo envasan en barriles. Por ahora no habrá otros estilos, salvo una nueva IPA, más amarga y alcohólica.
“Cocinamos nosotros tres, a veces todos juntos o por separado”, explicó Ariel Falciglia, quien además trabaja en el mercado de las carnes. Rubén Parra es metalúrgico y fue quien se ocupó de instalar la planta. El lugar es muy amplio y operativamente muy funcional. Es la única planta cervecera de Bariloche (a excepción de Patagonia y Kunstmann) que empezó con ollas de mil litros.
“No vamos a elaborar cantidad. Solo usamos fermentadores de mil litros, lo mismo que el equipo de cocción. Aspiramos a tener muy buena calidad de cerveza, pero no más de lo que podemos hacer nosotros tres”, explicaron.
Su principal lugar de ventas es Girula. También tienen algunos pub, como Irlanda, y los locales de Zona Growler, en el barrio Melipal y la calle Belgrano. También mandan algo a El Chaltén, Mendoza y General Pico.