La segunda edición del Festival de la Cosecha del Lúpulo culminó de la mejor manera y pese al clima un tanto inestable todas las actividades programadas pudieron llevarse a cabo. El evento tuvo lugar en los lupulares de El Bolsón e incluyó buena gastronomía y abundante cerveza artesanal.
Asistieron más de 200 fabricantes de Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay, y otros tantos home brewer, amantes de la birra y entusiastas por descubrir los secretos de la bebida que se elabora con agua, malta, lúpulo y levadura. El festival duró tres días y tuvo por epicentro las instalaciones de “Lúpulo de la Patagonia”.
A diferencia de la Fiesta Nacional del Lúpulo, que organiza el municipio de El Bolsón hace más de cuatro décadas, el presente evento es promovido por privados y apunta mayoritariamente a productores de cerveza, vendedores de insumos para elaborar birra, equipos y otros actores. Incluye charlas y conferencias técnicas, una exposición de equipos y reuniones de camaradería.
El padrino del festival, el músico Charly Alberti, dijo que la reunión le recuerda la revolución del rock en los años ochenta, cuando su música generó un importante cambio cultural en la sociedad argentina. “Había un gran compromiso, compañerismo y solidaridad, lo cual yo también veo en estas reuniones de cerveceros”, afirmó. Alberti confirmó que “en breve” instalará su propio emprendimiento cervecero en suelo patagónico y negó formar parte de Berlina, con cuyos titulares solamente es “muy buen amigo”.
Charly reiteró que la revolución generada por la cerveza artesanal es como el rock& roll. No es una moda, es una práctica que con el tiempo se convierte en costumbre y que “llegó” para quedarse. En este sentido, la gran mayoría de los presentes demostraron compartir dicha filosofía y el culto por tomar buena birra, presente en las tres jornadas del festival.
El tercer día del festival amaneció con las cumbres de las montañas aledañas a El Bolsón cubiertas con una fina capa de nieve. Una postal atípica para febrero, pero no inédita. Pese a la humedad y la abundante lluvia caída durante la noche la cosecha para los visitantes comenzó puntualmente. Hernán Testa, ingeniero agrónomo de Lúpulo de la Patagonia, acompañó personalmente a los “cosechadores invitados”.
Por turnos, se pudo subir al carro del tractor y machete en mano cortar las plantas del lúpulo. También hubo posibilidades de lanzarse desde el carro a la pila de lúpulo recién cosechado. Las plantas se trasladaron al galpón donde ingresaron al proceso habitual para separar las flores y destinarlas al posterior secado.
Al mediodía tuvo lugar el promocionado asado de corderos, precedido por un exquisito tapeo gourmet, preparado por la cocinera y chef Silvia Valdemoros, empanadas y matambre a la parrilla. Luego se sirvieron los corderos. Todo se realizó con buen orden, muchísimo mejor que en la primera edición. No faltó el helado con lúpulo, preparado por la gente de Jauja, que son sinónimo del Paralelo 42.
Varias conclusiones importantes logró el festival. En primer término que la producción de lúpulo volvió a ser una actividad productiva sustentable, merced a la gran cantidad de cerveceros artesanales que limitaron el monopolio ejercido durante décadas por la cerveza industrial. El propio director de la estación experimental del INTA en Bariloche, Mauro Sarasola, se mostró complacido durante su discurso de apertura. “Que haya muchos compradores”, dijo y aventuro que en el futuro también “habrá nuevos vendedores de lúpulo”.
En segundo lugar se constató que la proliferación de cervecerías artesanales sigue en auge en toda Sudamérica. En todos los países hay continuamente apertura de nuevos emprendimientos. Esto fue reconocido por varios de los expositores, entre ellos el uruguayo Guido Arezo, de Cabesas Beer, quien llamó a “cuidar el negocio”. “En pocos rubros comerciales se puede trabajar tan bien como en la cerveza artesanal, sigamos por la buena senda”, afirmó.
Finalmente, quedó una vez más en evidencia que los cerveceros son gente que come y toma mucho y disfruta en camaradería. También son amantes de la buena música y nada impide que se diviertan, ni la lluvia ni el frío.