Alberto Arizu, director comercial de Luigi Bosca, afirmó que Argentina tiene nuevos horizontes en comercio exterior y ponderó la decisión del presidente Mauricio Macri de suprimir los cambios impositivos dispuestos para la vitivinicultura. “En términos de recaudación el volumen era insignificante, pero impactaría muy negativamente en el sector, compuesto en su gran mayoría por pequeños bodegueros”, afirmó.
Evaluó que era “un impuesto que necesariamente se traslada al precio, ello afectaría el consumo y por correlación las plantaciones de uva, en especial de los pequeños productores”. Recordó que la vitivinicultura no es un negocio concentrado, si diversificado, emplea en forma directa a 150 mil personas y triplica esa cantidad en forma indirecta. Dijo que el 60 por ciento de las tierras destinadas al cultivo de uvas están en mano de pequeños agricultores.
Con respecto a las exportaciones, reconoció que durante el 2017 crecieron un promedio del 6 por ciento en volumen, lo cual no es mucho, pero es un signo positivo. “Tenemos que seguir combatiendo el costo argentino, que es alto y nos dificulta competir en el mundo del vino”, evaluó.
Al respecto sostuvo que el alto costo no es solo un problema del tipo de cambio sino que son muchas las variables que hacen que un litro de vino argentino sea más caro al de otros países competidores. Dijo que lo positivo es que el actual gobierno ha vislumbrado el problema y que se trabaja para intentar mitigarlo. “Estas cosas no se logran de un año para otro, son aspectos económicos de largo plazo”, afirmó.
Por ello ponderó que se intente mejorar la economía y poner al país en el nuevo orden comercial mundial. “No hay dudas que si mejoramos la infraestructura, los servicios, el sistema impositivo, etc. etc. podremos mejorar el costo argentino y ser más competitivos en el mundo”, indicó. A su criterio, los vinos argentinos, están muy bien posicionados internacionalmente.
En el marco de su visita a Bariloche, para la cuarta edición del torneo de golf que la bodega mendocina organiza anualmente en Llao Llao, el presidente de Wines of Argentina, compartió los vinos de su bodega con referentes de restaurantes y la gastronomía local. La cita volvió a tener lugar en Butterfly, donde su chef propietario, Andrés López, maridó cada cepa con un menú ad hoc.
Jorge Goriziano y Anabela Alcuaz, de Patagonia Vinos, dispusieron todos los detalles para una correcta degustación de los vinos. Se comenzó con una copa de Luigi Bosca Extra Brut, que se elabora con un 60 por ciento de uvas Chardonnay y un 40 % Pinot Noir, con el método champenois, donde la segunda fermentación tiene lugar en la botella, lo que implica un proceso artesanal, pero que logra un óptimo resultado.
El Chardonay 2015 que acompañó los langostinos con gazpacho de frambuesa y crocante de mandioca se elabora con uvas cultivadas en el valle Las Compuertas, donde la familia Arizu plantó uvas por primera vez en 1868. Alberto, quien concurrió a Butterfly acompañado por su hijo Matías, dijo que este es el viñedo más antiguo en producción de Argentina y que allí también cultivan uvas Malbec y Cabernet Sauvignon.
Destacó el suelo de esta parcela, mucho más mineral, donde el terreno es más arenoso, con buena concentración de limo, con rocas, por lo cual hay buen drenaje y las plantas logran mayor profundidad, perdurando más de un siglo. No obstante, reconoció que el rendimiento por hectárea es bajo, apenas 2.500 kilos. Evaluó que su calidad compensa con creces este menor rendimiento.
También explicó que en la bodega comenzaron a reducir la exposición de los vinos en madera. Dijo que el roble siempre va a estar en su vino, pues le otorga un plus importante, como la pimienta a la comida. No obstante, dijo que hay que elegir bien el tipo de madera y el tiempo de contacto. “La madera es como la pimienta, debe estar en su medida justa”, ejemplificó.
Explicó que tenían cepas que permanecían 12 meses en barricas de roble y hoy apenas el 50 por ciento de vino lo hace y por un período inferior. En estos vinos, destacó, las barricas deben ser de primer uso.
“Intentamos que la madera sea cada vez menos protagonista en el vino, pero sabemos que no la vamos a dejar de lado. Nuestros vinos nunca tuvieron la madera como identidad. Tratamos que tengan la mayor expresión de su potencial, de su fruta, de su variedad. Tampoco somos los que desechamos el roble, pues como dije, constituye la pimienta de la comida, debe estar, en su medida justa”, explicó en diálogo con Visión Gourmet.
Alberto volvió a ponderar su vino Rosado, que fue presentado por primera vez al mercado en esta ciudad, a fines del 2015. Pese a ser una cepa no muy demandada dijo que tuvo buena aceptación y se vendió muy bien, en especial en el exterior.
Andrés maridó el “Rose is a Rose”, cosecha 2016, con mollejas en salsa de naranja y azafrán y cuero de moras. A su criterio este vino cambió un poco el paradigma de los vinos rosados en Argentina y también dijo que es la variedad que también logra nuevos mercados en el mundo. Evaluó que tienen un rango muy superior de maridaje que los tintos y pueden tomarse durante todo el año.
Alberto Arizu explicó que en la primera partida envasaron 30.000 botellas de las cuales el 70 por ciento se exportó y el resto lo consumió el mercado argentino. La segunda cosecha está en período de comercialización. “Nosotros no hacemos vinos para un determinado mercado. Hacemos vinos de calidad, lo mejor que podemos, y luego el consumidor elige”, explicó.
Entre los presentes se destacaron los propietarios del restaurante Il Gabbiano, Guillermo Kempin y Noemí Barchetta; Matías José Botbol y Lucía Lopez Digon de Rastros; Cali Frei de La Marmite; Ana y Rino De Barba de Brava; Sandro Gressani y señora del hotel Alma del Lago; Cristian Biondi del hotel Villa Huinid; Fernando Pérez, María Eugenia De Cicco y Cecilia Bernasconi de la revista Aire entre otros.
El plato principal, cordero en sopa de papas con nibs de cacao resultó delicioso. Y muy bien acompañado por el Malbec Verdot 2012, también cosechado en la centenaria parcela Las Compuertas, que junto al Chardonnay integra la Finca Los Nobles de Luigi Bosca.
Unánimes elogios se llevó el Malbec Verdot, un blend exquisito. También el cordero que lo acompaño, preparado con la maestría que Andrés le otorga a todo lo que prepara junto al Nahuel Huapi. El encuentro Luigi Bosca en Bariloche ya es un clásico. Solo resta esperar un año para su reedición.