A Diego muchos lo recordamos por su célebre vinoteca, “Freixa Vinos”, emplazada en la avenida San Martín 597 de Bariloche. Falleció el viernes 28 de mayo de 2021, por el coronavirus.
Su partida nos duele y nos hace recordar una etapa dorada en la historia vitivinícola de la ciudad. Su vinoteca fue un lugar de encuentro, un sitio donde no solo se podían comprar buenos vinos, también fue un punto para conocer nuevos amigos. Funcionó en una época que solo había tres vinotecas en Bariloche. Y por la personalidad de Diego, la suya fue la más concurrida, con frecuentes reuniones y degustaciones.
Diego compró la vinoteca a los postres de una cena, acto en que el anterior dueño le entregó las llaves. El acuerdo estaba cerrado y recién al día siguiente se realizó el inventario de la mercadería, se firmaron los papeles y se completaron los trámites propios de la operación. Argentina transitaba por una época de gran crisis y el gobierno de Fernando de la Rúa tambaleaba en medio de las protestas y revueltas.
No obstante, el 01 de diciembre de 2001 Diego abrió su vinoteca, que por aquel entonces tenía el logo del “Club del Vino”, tradicional empresa argentina fundada por el recordado Eduardo Vázquez, con centenares de socios en Argentina. Diego optó por una identificación más personal, la bautizó “Freixa Vinos” y abrió en ella una sala de degustaciones.
Inicialmente estaba ubicada en la parte inferior de la vinoteca, con una robusta mesa redonda, elaborada con el tronco de un árbol gigante. A su alrededor se almacenaban las botellas de prestigiosas bodegas, varias de ellas de cosechas únicas. “En mi cava los productos más añejos reciben un cuidado un tanto especial, porque no superviso la temperatura y la humedad, también de las vibraciones. Cambiarlos de un lugar a otro constantemente es muy malo”, sostenía ante sus clientes.
Sus instalaciones fueron escenario de varias presentaciones de nuevos productos y también de las nuevas bodegas que ofrecían sus botellas en Freixa Vinos. Cada tanto, organizaba encuentros para sus clientes, turistas y amigos. Varias veces las degustaciones estuvieron acompañadas por riquísimas empanadas, elaboradas por la madre de Diego. “Nunca es bueno tomar el vino solo”, decía Diego, y sonreía a través de sus tupidos bigotes.
Al cumplirse la primera década de la vinoteca hubo varios festejos y también un mes con promociones. Asimismo, como muchas veces las instalaciones quedaron chicas para los cursos y degustaciones, abrió el primer local exclusivo para catas y presentaciones de productos espirituosos de la ciudad, en la calle Ruiz Moreno al 100. Un lugar donde tampoco había problemas de estacionamiento vehicular. Durante un verano, los días viernes, tuvieron lugar instructivas catas de vinos, cursos y degustaciones. No obstante, la iniciativa no perduró. Bariloche aún no tiene suficiente público para estas reuniones.
En el 2012, cuando ya residía con su última familia en El Bolsón, decidió abrir un nuevo local en la región del Paralelo 42, sobre la avenida Sarmiento 2962, en la zona del centro. La ceniza, el crecimiento desmedido de Bariloche y la propuesta de una alternativa más tranquila y natural lo llevaron a la zona cervecera, productora del mejor lúpulo argentino. La vinoteca barilochense quedó a cargo de Martín, uno de sus numerosos hijos.
Diego se ocupaba de los dos locales y una vez por semana visitaba Bariloche. Oportunidad para reunirse con sus amigos y degustar una copita de buen vino al atardecer sobre la vereda de la avenida San Martín. Muchos recuerdan cuando destapaba un espumante y el corcho salía volando por los aires hacia la acera.
La proliferación de vinotecas a partir del 2013 fue importante y el negocio dejó de ser rentable. La vinoteca de Bariloche cerró el 15 de septiembre de 2016, en una amena reunión, donde Diego autografío todas las botellas que vendió durante esa velada. Más tarde también cerró la vinoteca en El Bolsón y se dedicó a los negocios inmobiliarios.