Adiós Naan

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Las cenizas del volcán Puyehue alteraron los proyectos de numerosos habitantes patagónicos, en particular los que habitan en Villa La Angostura y la Línea Sur. En Bariloche el cierre del aeropuerto afecto muchísimo al turismo y en particular a la gastronomía, rubro en el cual cerraron numerosos restaurantes.

En el día de su sexto aniversario, el 27 de agosto, Gustavo Lanús y Érica Harsanyi decidieron cerrar Naan, uno de los ponderados restaurantes gourmet de la ciudad. “Hay que reinventarse”, afirmaron y para despedirse de sus clientes y amigos organizaron una animada reunión, donde no faltaron las súplicas de los asistentes para que “¡vuelvan a cocinar!”.

Al respecto, ante Visión Gourmet, ambos prometieron una buena sorpresa a partir de diciembre. Será una nueva propuesta, en un lugar diferente, más intimista pero con la impronta gastronómica que ambos supieron imponer en el inolvidable local del barrio Belgrano, con vista hacia la ciudad.

Gustavo y Érica son cocineros y también se desempeñaron como chef. Se conocieron en La Creole en los años ochenta, pero “se engancharon” durante un evento del “cucharón de oro”, donde participó Erica y cuyo catering estuvo a cargo de Lanús. Trabajaron juntos en El Gorriti y también en servicios de catering.

Previamente Gustavo trabajó en Bleu Blanc Rouge, en Buenos Aires y Punta del Este, y en el primer local de Christophe. Luego, ya como chef ejecutivo, lo hizo en El Cuartito Azul, Gardiner, El Gorriti, Happening y Tequila.

Érica comenzó a cocinar en forma profesional en “La Tartín” y luego trabajo con Ada Concaro, en el mítico Tomo I. La Creole fue un típico restaurante francés, uno de los primeros atendidos por cocineros, donde se organizaban extensas tertulias post cena, a la cual concurrían colegas de restaurantes clásicos, que cerraban sus puertas finalizado el despacho.  También estudió psicología y se alejó de la gastronomía gourmet. Con la empresa Refinerías de Maíz comenzó a asesorar a cocineros, que trabajaban en comedores y restaurantes populares. “Una cocina más sencilla y social”, recordó.

Ya como pareja residieron un tiempo en España, donde administraron un hotel rural, en el campo. Al regresar a Argentina no dudaron en emigrar a Bariloche. Corría el año 2003 y el turismo comenzaba a crecer sostenidamente. Erica se vinculó con La Rosellana, sobre la ruta al Llao Llao, donde generó una propuesta por demás importante. El lugar se convirtió en la mejor casa de té local y también atendían por las tardes, con cervezas y productos gourmet. Una vez por mes organizaban las cenas denominadas “placeres lícitos”, muy recordadas por los residentes. Gustavo trabajó un tiempo para Mariana Müller, en Cassis. Luego alquilaron la residencia del barrio Belgrano y la reformaron en el restaurante Naan, que significa “pan” en mongol.

El bistro logró tener 24 cubiertos y supo cautivar tanto a los visitantes como lugareños. Mauricio Macri siempre los visitaba durante sus viajes de esquí pero también decenas de profesionales de Invap y también numerosos arquitectos locales, que no dudaban en organizar “reuniones de trabajo” en Naan.

Durante la velada de clausura, ambos anfitriones se mostraron distendidos y obviamente no perdieron el tiempo en cocinar. Atendieron personalmente a cada uno de sus invitados, en un ambiente distendido e informal. Por supuesto que no faltaron los buenos tragos, los vinos y espumantes que sirvió Erardo Cursio y sus colaboradores y variados bocaditos “autoservice” en las mesas del local.

Empresarios, profesionales, amigos y colegas gastronómicos concurrieron a saludar a los propietarios de Naan, un lugar que sin duda será recordado como un icono de la buena mesa local. Su propuesta siempre fue casera, diferente y deliciosa y los cocineros supieron combinar muy bien los sabores y lograr que cada plato sea recordado como único.

Uno de los temas recurrentes de la reunión fue el masivo cierre de restaurantes gourmet. El principal motivo fue la ausencia del turismo 4 y 5 estrellas, limitado en arribar por el cierre del aeropuerto. A fines del agosto del 2011 apenas mantenían abierta su puerta la mitad de los 16 lugares existentes en igual fecha del 2010.

Durante la temporada se despidieron i latina, Santos y Naan y cerraron sus puertas, al menos transitoriamente, Il Gabbiano, Butterfly, El Nido, Los Cesares, entre los más renombrados. Otros se mudaron, como Almazen de Sabores, que ahora atiende en Dina Huapi y algunos se reinventaron, como Tarquino, que cambió de nombre y propuesta culinaria, reemplazando sus carnes y platos gourmet por cerveza y pizzas a la parrilla, como “La Pinta”, en su magnífico local.

“La falta del turismo de buen poder adquisitivo afecto una franja muy importante de servicios. La hotelería y gastronomía de alta gama, los alquileres de automóviles, el casino y las clases de esquí fueron los rubros más afectados”, sostuvieron dos profesionales del Catedral.

En la calle Mitre pueden verse numerosos locales comerciales cerrados, por falta de ventas y sobre todo por los precios de los alquileres, con valores imposibles de afrontar ante la crisis.

La falta de turismo se complemento con un significativa restricción en cenar en restaurantes gourmet del público local, que vio como se redujeron sus ingresos. “De cada 10 clientes barilochenses que tenía apenas vienen dos”, explicó otro de los restauranteurs presentes. Recordó que así como cerró la mitad de los restaurantes gourmet cerraron numerosos emprendimientos de la cocina regional e internacional, parrillas y hasta pizzerías.

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