La experiencia indica que para que un restaurante logre vuelo propio, consolide un estilo y logre ser recomendado por sus clientes debe tener un buen cocinero a cargo del local. Y nada de sociedades. “Muchas manos en un plato estropean la mejor receta”, indica un viejo refrán. Y esto aparentan haber aprendido Augusto Rosseau y Bárbara Demich, quienes cocinan y dirigen su restaurante “La Gorda”, un templo de la buena mesa en El Bolsón.
El petit resto, como lo denominan sus dueños, se emplaza en 25 de Mayo 2709, pleno centro de El Bolsón. Abrió sus puertas en el 2013 y supo combinar varias propuestas características de un buen restaurante. Carnes grilladas, horno de barro, platos ricos y abundantes, atención esmerada, bar con tragos y buenos vinos, garantizan el éxito en todo lugar.
El vacío al horno de barro es el plato emblemático en La Gorda. No en vano, el vacío no se ofrece grillado. “Siempre nos gustaron las comidas de la cocina salteña y por ello construimos el horno de barro. El único problema es que resulta muy chico, tendría que tener el doble tamaño”, afirmó sonriente Bárbara, pareja de Augusto y encargada del bar del local.
Experta bartender prepara los tragos que los clientes consumen de aperitivo, o también algunas veces después de cenar. Trabaja en un lugar estratégico, desde donde tienen visión sobre gran parte del salón y en su lateral sale el despacho desde la cocina. Si hace falta, puede dar una mano, pero sobre todo, puede estar atenta a todo lo que pasa en él restaurante.
Augusto dirige la cocina y es el encargado de la parrilla y el horno de barro. Ambos se ubican a la vista desde la terraza de ingreso al complejo. Oriundo de la costa atlántica Augusto cambió los pescados y mariscos de mar por las truchas cordilleranas, que prepara de varias maneras. Pero, no se olvidó de los langostinos al ajillo y los fuccile con frutos de mar, un plato que tiene pasta fresca con salsa a base de calamares, pulpo, mejillones, ostas, berberechos y langostinos.
No obstante, en materia de sugerencias se destacan el matambrito tiernizado a la mediterránea, que viene con mozzarella, tomates cherry, jamón serrano, olivas negras y rúcula fresca; los ribbs de cerdo BBQ con ensalada de hojas verdes y queso azul o el bife de chorizo relleno con jamón de ciervo ahumado y mozzarella.
En materia de entradas podemos elegir entre una provoleta mediterránea (con jamón crudo, tomates frescos, olivas negras y rúcula fresca), rabas, langostinos al ajillo, variedad de empanadas o el revuelto la gorda (con papas rústicas salteadas cebolla morada, panceta ahumada, huevos revueltos y queso provolone).
Si hablamos de carnes grilladas, solo hay que mirar la parrilla. Allí se doran el asado de tira, los bifes de chorizo y ojos de bife. También hay chorizos morcillas y provoletas. El cerdo se ofrece en bondiola, costillas o matambrito. Se pueden acompañar por papas, pure, arroz oriental o 4 quesos y variedad de ensaladas.
Hay buenas pastas (ñoquis, spaguettis y sorrentinos), con siete variedades de salsas.
Los vegetarianos también tienen su propuesta. Hay quesadillas con ensalada de quínoa y palta, spaguettis con vegetales al wok, milanesa de soja con crema de choclo y mozzarella o chop suey de quínoa.
El restaurante solo abre por las noches y no se aceptan reservas, hay que ir temprano y ocupar el lugar. Cierra los días lunes para descanso de personal. Frente al local hay un predio que sirve de estacionamiento.
Bárbara se mostró conforme con la evolución del lugar y dijo que el reciente verano fue muy bueno. El lugar mantiene el formato de fonda, pero con varios platos gourmet. No obstante, hay minutas y el precios es razonable, algo que muchas veces no se logra en los buenos restaurantes.
En mayo viajarán hacia España para interiorizase sobre la comida ibérica y los nuevos vinos de España, actualmente el país que más libros produce por año en el mundo. En Bariloche deberán visitar El Nacional, un restaurante que lleva su sello y donde sus titulares, Santiago Villalba y Daniela Lapena, los ponderan sin igual.