La Semana Musical Llao Llao dedicó una velada para homenajear al gran compositor italiano Giuseppe Verdi, a dos siglos de su nacimiento. Para ello, programó un concierto con sus obras y una cena, con las comidas que gustaban al músico. La combinación resultó inolvidable y músicos y cocineros interpretaron con pasión y alegría las preferencias de Verdi, para el placer y disfrute del público presente.
La “Noche Italiana” fue pensada en todos los detalles y recordó al creador de algunas de las obras más populares del repertorio lírico -como Rigoletto, La Traviata, Il Trovatore, Aida, Don Carlo, Otello y Falstaff- al haberse cumplido el 10 de octubre 200 años de su nacimiento. Fue un homenaje al arte en general y a la música y gastronomía en particular, en un entorno idílico, el majestuoso hotel internacional.
La música
La potencia, ductilidad y caudal vocal de la soprano Maria Letizia Groselli junto a la prestancia y solvencia puesta de manifiesto por el director de orquesta, profesor y pianista Eddi De Nadai resultaron valederos tributos al gran compositor italiano. El periodista Nelson Castro fue el encargado de presentarlos y comentar aspectos salientes de la propuesta musical y del homenajeado.
Castro recordó que Verdi nació el mismo año que Richard Wagner y tuvo una vida dramática que podría reflejarse en una ópera. “Incluso en el éxito, estuvo marcado por el fracaso”, apuntó. En tal sentido, reseñó que pese a poseer el don musical desde niño, intentó sin éxito ingresar al Conservatorio de Milán para estudiar música, donde fue rechazado. También recordó que su primera opera Rochester, fue un verdadero fracaso, pese a ser presentada con gran entusiasmo. Castro reflexionó que “hay tantas historias parecidas en el ámbito del arte, los deportes y la cultura, que deberían servir de ejemplo de perseverancia e incentivo para los jóvenes”.
La vida le depararía luego el inconmensurable dolor de tener que despedir a sus hijos y su esposa Margarita. Fueron “tres episodios fulminantes en medio del fracaso artístico y hasta decide abandonar la composición”.
Entonces llega la posibilidad de crear Nabucco. A medida que avanza en el proceso, el compositor va retomando energías. Próximo al estreno, existía escaso interés por su obra. Pero durante el ensayo general ocurre un hecho que iniciaría el proceso de recuperación.
Según relatara Castro, los artistas desempeñaban sus tareas inmersos en el ambiente de trabajo que demanda la preparación de escenografía y otros implementos. Pero el ruido ambiente cesó y el silencio fue ganando espacio al bullicio cuando el coro de los esclavos interpretó el Va pensiero. Concluido, todo el personal aplaudió. Sobre ese momento Verdi escribió: entonces “descubrí lo que el destino tenia deparado para mí: el éxito”, refirió Castro.
“Tuvo fracasos rotundos. Política y socialmente activo. Rico y generoso, ayudó a crear un hospital para músicos. Políticamente bregó por la unificación de Italia, ese era el ideario de un gran hombre que hizo historia en la cultura, música, vida y política italianas”, concluyó.
Gracias a la selección de obras interpretadas por la soberbia soprano italiana Maria Letizia Groselli y su connacional el pianista Eddi De Nadai, el público pudo aproximarse a la grandiosidad de la obra del homenajeado.
Integraron la primera parte del programa, de Il Corsaro: Aria de Medora del Acto I (Non se le tetre immagini); La Zingara, (Nro. 2 de Seis Romanzas, 1845); de Luisa Miller: Aria de Luisa del Acto II (Tu puniscimi o Signore); Ad una stella (Nro. 3 de Seis Romanzas, 1845); Ernani: Cavatina de Elvira del Acto I (Ernani involami). La Fantasía brillante per pianoforte sobre motivos de “Il Trovatore” de Verdi, Op. 129, permitió también el lucimiento interpretativo de De Nadai.
Tras el intermedio, la segunda parte estuvo destinada a recrear In solitaria stanza (Nro. 3 de Seis Romanzas, 1838), Aria de Leonora del Acto IV (Pace mio Dio) de la Forza del Destino, Preludio al Acto III. Aria de Violetta Valery del Acto III (Addio del passato) de La Traviata, Il Brindisi (Nro. 6 de Seis Romanzas, 1845) y Aria de Leonardo del Acto I (Tacea la notte placida) de Il Trovatore.
Los intérpretes de las operas y romanzas de Verdi son italianos. María Letizia Groselli es dueña de una voz privilegiada. La soprano cuenta además con las dotes histriónicas para comunicar el mensaje propuesto por el compositor. Sólo es necesaria una breve pausa, la mirada sobre el piano de espaldas al público buscando concentración, para abordar el siguiente desafío, plena del personaje que debe interpretar. A los 19 años se graduó con honores en canto en el Conservatorio Bonporti de Trento y hoy recorre los más importantes teatros y salas de concierto del mundo.
Eddi De Nadai estudió piano en el Conservatorio de Venecia y dirección de Orquesta en la Academia Europea de Vicenza y además de dar conciertos por el mundo es profesor de piano en el Conservatorio Estatal de Venecia.
Ambos fueron muy aplaudidos por el público y en retribución, llegaron dos bises de Verdi. De Nadai se mostró feliz de estar en Bariloche. “Es un honor estar aquí, en Patagonia, ofreciendo este homenaje a Verdi”, afirmó.
La cena
A semejanza de lo sucedido en el salón Nahuel Huapi, donde Groselli, De Nadai y Castro hicieron referencia a la música, en el salón Bustillo, “la orquesta” que dirige el chef Federico Domínguez Fontán presentó un animado festival de platos inspirados en los gustos de Verdi. El periodista Osvaldo Sánchez Salgado tuvo a su cargo el desarrollo histórico de cada preparación y también comentó aspectos gastronómicos del compositor, un italiano que supo disfrutar de la buena mesa.
La propuesta “a tavola con il maestro” tuvo muy buena aceptación y los habitués de la semana musical no dudaron en colmar el salón Bustillo. Fue sorprendente ver “abalanzarse” a las damas y caballeros que con recatada compostura escucharon el concierto, hacia el buffet con las entradas y primeros platos ponderados por el “refinado goloso”, como Sánchez Salgado definió a Verdi.
Aquí, los que previamente se entusiasmaron y disfrutaron de La Traviata, La Zingara o Il Trovatore, lo hicieron con La Testina in Caseta (queso de cerdo moldeado), La Spalla Cotta (pernil de cerdo cocido) o La Chissola con Ciccioli (pan con chicharrón). Las entradas y primeros platos fueron dispuestos en una amplia mesa central, con autoservicio y asistencia de mozos.
Osvaldo explicó que la cocinera de Verdi se llamó Ermelinda Berni y que el músico disfrutaba entre otras de los “Anolini en Brodo”, su pasta preferida y del “Stracotto Di San Niccoló”, su plato más ponderado, que incluía carne de asno. También hizo referencia a la “Ministra de Verdi” y a los “Espárragos a la Parmesana”, que pudieron degustarse en el Llao Llao, preparados con la recita italiana.
Un párrafo especial merecen los principales: “Risotto alla Verdi” y “Faraona Mortificata” (gallina rellena). El risotto fue preparado a la vista y servido personalmente por el chef ejecutivo, Domínguez Fontán, junto a sus asistentes, Mauro Trinarolli y Sebastián Lanuse. Un trío que también sonó muy bien y supo interpretar la cocina del compositor italiano. La Faraona, rellena con carne de ternera, salchichas, jamón, almendras, yemas de huevo, queso parmesano y pan mojado en leche, demanda unas dos horas de preparación y es un plato típico de Le Roncale, pueblo natal de Verdi.
La cena fue maridada con los vinos mendocinos de la bodega La Rural, para sus variedades Rutini Sauvignon Blanc y Pinot Noir y Encuentro Chardonnay y Cabernet Sauvignon, que fueron servidos por el personal del hotel. Sánchez Salgado recordó que el vino preferido por Verdi fue el “Chianti”, una cepa que se logra con uvas giangiovesi de La Toscana. También mencionó que el padre y el abuelo de Verdi fueron carniceros y hacían excelentes chacinados, orígenes del buen gusto culinario del maestro.
A semejanza de una opera, el último acto de la velada fueron los postres. Torta de Fecola, Zabaglione (mousse de sambayón), Bastoncini Dolci, Bodino Di Castagne (budín de castañas) y Spongata, deleitaron a los presentes. Erardo Curcio, representante de La Rural en la Patagonia, destapó algunas botellas de Encabezado de Malbec, un vino dulce, similar al Oporto, que pudo ser maridado con los postres. Los músicos, María y Eddie, quienes también disfrutaron de la cena, lo ponderaron especialmente.
Para el final, Sánchez Salgado preparó un divertido entretenimiento consultivo y también fueron sorteados DVD con operas y presentes. Eddie De Nadai no dudó en ponerse un delantal de cocinero, simbolizando la integración de la música y la cocina. A lo lejos, sin dudas, Giuseppe Fortunino Francesco Verdi, también festejó.