Kobe en Llao Llao

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“¡Tienen que probar esa carne, verán que es diferente!”, aseguraron desde el hotel Llao Llao. Y hacia allí fuimos, recorriendo los 25 kilómetros, con los ojos muy abiertos por el caótico tránsito a la ida y también a la vuelta, pasada la medianoche. Y para ser sinceros, la experiencia, a pesar de la ruta, resultó fantástica.

El hecho solo de ir al hotel Llao Llao constituye una buena propuesta. Allí el restaurante del Salón Patagonia es uno de los más visitados. Majestuoso, con vista a los jardines y al lago Nahuel Huapi, tiene una carta que incluye carnes a la parrilla y al asador y pescados como la trucha, el salmón del Pacífico y la merluza negra del Atlántico. Todas delicias. Las carnes salen a punto, crocantes y con el sabor inigualable que aportan las escamas de sal marina que se utilizan al final de la cocción.

A los platos más recomendados de esta temporada invernal se suma la carne de Kobe, de la raza Wagyu, una de las más cotizadas y deliciosas del mundo, que tiene como diferencial un intenso marmolado de grasa intramuscular, lo que la hace mantecosa, tierna y muy sabrosa. Su origen es japonés, pero su método de producción llego hace algunos años a la Argentina, más precisamente a las tierras de Tandil, desde donde se distribuye a diferentes provincias del país y está siendo furor en las altas cocinas.

El chef ejecutivo del Llao Llao, Federico Domínguez Fontan, nos explicó que la carne de Kobe se sirve sin ningún tipo de preparación especial. Vuelta y vuelta en la parrilla, y luego con un poquito de sal. El comensal la puede acompañar con la guarnición a su gusto, para lo cual hay una completa mesa buffet en el centro del salón. Lo ideal es acompañarla con liliáceas, cebollas, puerros asados, echalotes caramelizadas, papas y hongos.

El Llao Llao ofrece tres tipos de cortes: vacío, tapa de cuadril y ojo de bife, todos de 250 gramos. La porción ya viene cortada al peso y envasada al vacío desde Kobe Beef Argentina. El parrillero, Miguel, abre el sobre y la coloca a la parrilla, para dorarla según el gusto del cliente. Su sabor y textura son incuestionablemente novedosos.

Degustamos un ojo de bife y un vacío tradicional. Ambos a punto y deliciosos. La porción de vació o cuadril tiene un valor de 250 pesos y el ojo de bife 390. En  los cortes tradicionales, un bife de chorizo de ternera (350 g) cuesta 188 pesos, un bife de chorizo y lomo (500 g.) 225 y el corderito patagónico al asador 202. Si optamos por una trucha su valor es de 167 pesos y la merluza negra 202. Entre las guarniciones se puede optar por las papas o batatas al plomo rellenas de queso blanco y puerros ($ 37.-) o los pimientos grillados, rellenos de queso ahumado y huevo de codorniz ($ 44.-)

No hay dudas que comer carne en nuestro país es un verdadero placer. Los cortes tradicionales son para muchos amantes irremplazables. Aun así, la variedad más cara del mundo se suma a las opciones en este recomendado restaurante de Bariloche.

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