50 años de platos tradicionales y pastelería artesanal

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Un restaurante de montaña que es pionero entre los emprendimientos turísticos más antiguo de la ciudad. Dedicados desde 1961 a la hotelería y gastronomía, en pleno centro de Bariloche, la familia Ardüser festejó los 50 años de trabajo ininterrumpido en Casita Suiza, con sus típicos platos de tradición europea y la pastelería artesanal que sedujo siempre a la hora del té.

En 1913 Leonhard Ardüser, conoció por primera vez, junto a un amigo, este rincón de la cordillera que en aquel entonces maravillaba por sus extensas tierras deshabitadas y abundantes bosques de arboles nativos junto al lago Nahuel Huapi.

Venido desde Davos, Suiza, necesitó cuatro viajes para, finalmente, en 1946, poder asentarse junto a su esposa Gertrud Martha Keller y echar raíces patagónicas con la llegada de sus cuatro hijos: Dolores, Leonardo, Jorge y Beatriz.

Desde entonces se animaron a emprender su primer negocio en Bahía López y en poco tiempo comenzaron con la construcción de una hostería en calle Quaglia 342, cuando todavía las calles eran de tierra y el arte arquitectónico no superaba los dos pisos de altura.

La familia supo que el establecimiento contaría con el primer salón de té y por ser el primero en brindar un espacio público de encuentros, con la calidez y simplicidad propia que irradia la gente de pueblo. Hoy es un emblema y por la sinceridad de sus elaboraciones sigue siendo uno de los más recomendados. El estilo propio de posada europea lo caracterizan entre las propuestas céntricas.

Leonhard siempre escribió sus experiencias en un diario personal, allí registro entre sus primeros escritos su emoción por haber encontrado este lugar en el mundo, “me temblaban las piernas, no podía creer que se había cumplido el sueño tan acariciado de tener nuestra tierra muy deseada junto al lago Nahuel Huapi, al pie de la cordillera, en el lugar más bonito, un pequeño paraíso”. Sus apuntes pueden leerse en el libro “Un suizo en la Patagonia”, editado por su hijo Jorge, fácil de encontrar en las librerías de la ciudad y mismo en la recepción de la posada.

Pasaron muchos años, primero Leonhard y Gertrud, luego Jorge y Gisela y, actualmente, quien debe continuar con el gran legado hotelero–gastronómico es el hijo de ellos, Juan Jorge Ardüser, con la ayuda, por supuesto, de su esposa Cecilia.

Con esta genealogía gastronómica, de tres generaciones, Casita Suiza llega a sus 50 años de trabajo, manteniendo desde siempre en el corazón la fondue de queso. Esta comida heredada desde Europa invita a compartir un exquisito momento tanto en pareja como con amigos, esta vez… con una promoción especial para compartir de a dos.

La receta se elabora de forma idéntica desde hace décadas, bajo una formula heredada del país suizo, que solo se descubre degustándola. Cada bocado combina el espíritu tradicional de la cocina del viejo continente, con los clásicos ingredientes de la Patagonia. Una fondue auténtica.

No obstante, el abanico de especialidades es amplio, con entradas novedosas como la ensalada de salchichas, la carne desecada a la Grison y tabla de ahumados con carnes salvajes como ciervo, jabalí y trucha, presentadas en lonjas, acompañadas de queso ahumado, patés y pan casero.

El cordero patagónico al coñac, ciervo a la cazadora, la pierrat (carne cocinada sobre una piedra caliente, acompañada con salsas) y la raclette son muy solicitados como platos principales.

Para acompañar, se pueden escoger blancos o tintos de algunas de las bodegas argentinas más reconocidas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, San Juan y Mendoza.

Toda la pastelería es casera, el strudel de manzana, la crema de limón y las frambuesas calientes al kirch con helado de vainilla y crema son los postres que no se pueden dejar de degustar.

Inés Moraga es la cocinera del lugar desde hace 20 años. Ella es quien nos sorprende en cada bocado y a pesar de no ser una chef de escuela, prepara cada plato con el mismo nivel de excelencia, respeto y amor que lo hace cualquier profesional de las sartenes, pero con las exigencias que la tradición Ardüser demanda y con productos de primera calidad.

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